Las consecuencias de la privatización
La primera consecuencia del proceso de reestructuración de
YPF fue la implementación del sistema de retiros voluntarios del personal
(acuerdo que los empleados hacen con la empresa para renunciar a cambio de pago de dinero).
Los empleados que no aceptaron este convenio, debieron
enfrentarse a dos situaciones. Por un lado, fueron obligados a asistir a cursos
de capacitación con goce de sueldo, que los alejaban de su lugar de trabajo y
por el otro lado se crearon emprendimientos con algunos recursos humanos
expulsados de la empresa pública.
Esta situación repercutió negativamente en la población que
vivía en las ciudades como Colonia Catriel, Campo Duran, Comodoro Rivadavia
etc. Mayormente conformada por empleados petroleros. En estos lugares,
surgieron numerosos problemas sociales
que implicaron desempleo, emigración y despoblamiento. Muchas de estas
poblaciones crecieron al amparo de la cultura estatal y no pudieron adaptarse
al nuevo contexto privatización. Aquellos que defendían la privatización de las
empresas argumentaban que la relación entre YPF y la población debía cambiar
hacia una nueva cultura, sin el amparo del estado. De esta manera miles de
trabajadores que habían contribuido al poblamiento de muchas zonas del país
pasaron a ser desempleados, además el estancamiento de la economía en la
segunda mitad de 1990, impidió transformar esas zonas petroleras en polos de
desarrollo que absorbiesen parte de la mano de obra calificada que había sido
despedida.
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